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LOS 7 PECADOS CAPITALES DEL EMPRESARIO

¿Por qué fracasan las empresas?


Santo Tomás de Aquino, en su obra "Suma Teológica" del s. XIII, definió los vicios del ser humano como "aquellos que tienen un fin excesivamente deseable, de manera tal que en un deseo, un hombre comete muchos pecados, todos los cuales se dice son originados en aquel vicio como su fuente principal [...]. Los pecados o vicios capitales son aquellos a los que la naturaleza humana está principalmente inclinada y son los que generan otros vicios y pecados.

Posteriormente la clasificación de estos vicios, pasaron a la fama gracias al poeta Dante Alighieri (1265-1321) y su magnífica obra La Divina Comedia, del s. XIV, donde se representan los malos hábitos que llevan al hombre al infierno o su condenación.

En la actualidad, este grupo de pecados puede ser utilizado también para describir los vicios que aquejan a las empresas. Gustavo Oscar Domínguez, director general de Campari, durante su intervención en la "III Bienal de Management", organizado por el Consejo Profesional de Ciencias Económicas, describe estas conductas llevadas al campo del management, como "los factores que operan negativamente en las organizaciones, frenando su desarrollo, entorpeciendo la integración de las nuevas generaciones e impidiendo la concentración de su verdadero potencial". Es por ello que parece imperativo para las empresas trabajar sobre estos vicios, para frenar sus efectos.


Avaricia: Es un vicio de exceso, definido por la RAE como el "afán desordenado de poseer o adquirir riquezas para atesorarlas".

En el ámbito de las empresas, éstas priorizan el hacer dinero sobre todo lo demás, donde clientes, empleados, productos, proveedores, etc. pasan a ser un medio para dicho fin.

Aspiran a obtener el máximo beneficio a corto plazo realizando operaciones de riesgo y de especulación y poniendo en grave peligro el equilibrio de la organización e incluso de su supervivencia a largo plazo, ya que sus clientes no estarán conformes, los productos no serán competitivos y el personal estará desmotivado.

Cuando la codicia se centra en los beneficios a corto plazo, se deja de lado la inversión en innovación, la apertura a nuevos mercados, nuevos o mejores sistemas de gestión, etc. lo que, junto al objetivo de ganar dinero rápido sin demasiados escrúpulos, han tenido bastante que ver con los orígenes de la crisis.

Según Comstar, en su artículo La avaricia y el autoengaño empresarial, la avaricia empuja a querer ser rico, y la mejor manera de parecer rico es endeudarse. La deuda empuja a las economías a una trampa mortal, exponiendo los negocios a la ruina.

Este mismo artículo dice que la avaricia conduce al autoengaño y éste al fracaso, donde exponerse a las hipotecas fue una moda empujada por la avaricia, en el que el éxito sostenido empujaba a una autoconfianza que impedía ver los riesgos. De este modo, las burbujas se crean cuando la gente compra porque los precios suben, y los precios suben porque la gente compra. No es una demanda normal, donde se compra una casa porque la gente la ocupa y tiene una utilidad, sino que se compraban con dinero prestado a la espera de revenderlas cuando subieran de precio, creyendo que los precios subirían eternamente, igual que sucedió en la crisis de 1929 con las acciones.

Por otro lado, están los reguladores y calificadores que, por poco dinero, hicieron la vista gorda frente a la realidad. Cuando fallan tanto la regulación estatal como la regulación interna de las compañías, la avaricia toma el control y vienen las crisis.

La corrupción no es otra cosa que la ausencia de rendición de cuentas y de orden, donde los que tienen un poco más de influencia, gozan de inmunidad en las sombras, es decir, un estado de anarquía donde el dinero nunca llega a concretarse y materializarse en las obras que un gobierno debe realizar para su pueblo, en costes y plazos razonables.

El citado artículo añade que, a nivel jerárquico y logístico, gobiernos y multinacionales funcionan muy parecido y que las mismas fuentes de ineficiencia ocurren en empresas y gobiernos en virtud de su tamaño, donde los problemas de mal manejo tienen similares efectos.

Con el fenómeno de la deslocalización las multinacionales tienen una debilidad adicional, por la ausencia de consistencia, la pérdida de know-how y las brechas de seguridad causadas por el cambio constante.

Al igual que los gobiernos, las multinacionales podrían requerir de mecanismos de rendición de cuentas, control de corrupción, prevención de la avaricia y maneras de desarticular el poder absoluto. No tiene sentido que unos pocos acumulen riqueza a consta de otros y ésta se quede parada en cuentas opacas en lugar de reinvertirse por ejemplo, en expansión de la empresa o fines sociales.


Soberbia: Según el diccionario de la RAE, se define como "la altivez y apetito desordenado de ser preferido a otros" y "la satisfacción y envanecimiento por la contemplación de las propias prendas con menosprecio de los demás".

El aire de superioridad, de creerse por encima de todo, conduce a la sordera y a la ceguera, pues ni oye las advertencias ni ve lo que se le viene encima, siendo también una barrera psicológica para reconocer los propios errores y aceptar la necesidad de cambio. 

Sinónimo de arrogancia y vanidad, es la madre de los otros 6 vicios: sentirse el centro del universo, yo soy lo más importante, los demás están para mi servicio; orgullo desmedido y creerse superior a los demás; falta de capacidad de autocrítica; temor al ridículo y considerar como burla cualquier comentario dudoso sobre sí mismo.

"Los éxitos del pasado no garantizan el éxito futuro". A medida que una empresa avanza en su ciclo de vida, las recetas y formas de gestión han de ser distintas. Una conducta mortal para la empresa es la de enaltecer e idolatrar unas formas de hacer que fueron exitosas en el pasado, sin darse cuenta de que lo que una vez funcionó y fue clave de éxito no tiene por qué funcionar siempre.  

Esta conducta suele estar vinculada a personajes supuestamente carismáticos o a equipos de gestión muy arraigados que han capitaneado algún momento positivo o supuestamente positivo

La actitud soberbia, del que se cree que nunca se equivoca y culpa a los otros cuando algo sale mal, tiene también sus riesgos colaterales:
- La frustración de los culpabilizados al no poder eludir una carga que no les corresponde.
- El estrés que produce el no poder hacer nada por enmendar el error y mejorar la situación y no poder evitar que se vuelva a producir, ya que ha sido un error no producido por ellos mismos ni conocer su origen.
- La ira descontrolada que se acaba descargando sobre los que están abajo, lo que conlleva a un ambiente de trabajo insoportable y a la condena de la empresa al fracaso.
- Mina la credibilidad del empresario y la compañía ante sus grupos de interés: accionistas, asociados, trabajadores, proveedores, etc., ya que este comportamiento arrogante genera falta de objetividad al basar todas las decisiones en un solo pilar (lo bien que se hizo en el pasado).
- El comportamiento soberbio se contagia a toda la empresa, provocando sectarismo y un comportamiento miope y falto de objetividad, así como un alejamiento entre los altos mandos directivos (miopes y faltos de objetividad) y una gran parte de los colaboradores, los cuales se distancian y cuestionan abiertamente las decisiones de la cúpula, provocando un quiebre en la cohesión empresarial.

Pereza: Definida como "la negligencia, tedio o descuido en las cosas a que estamos obligados" y "la flojedad, descuido o tardanza en las acciones o movimientos".

La pereza empresarial es posiblemente uno de los vicios más universales, caracterizado por buscar el camino del mínimo esfuerzo para conseguir el éxito fácil y evitar aquello que resulta aburrido, mecánico o repetitivo para preferir dedicar el esfuerzo y tiempo en realizar actividades más placenteras.

Los perezosos fingen hacer algo cuando en realidad hace ya tiempo que no están implicados. Alvaro Merino, licenciado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte, experto en coaching ejecutivo y en inteligencia emocional, socio de la consultora de formación 359.es, asegura que "la pereza es una actitud victimista. Es como si todo lo que ocurre a tu alrededor te fuera ajeno, es la resignación ante lo que nos rodea". Añade que "todos los pecados implican cierta dosis de energía y acción, menos éste. Si se detecta a un individuo de estas características habría que prescindir de él, porque es muy fácil que su actitud arrastre al resto de sus compañeros y desestabilice la productividad del equipo".

Como dice Marco Eguiguren, en su artículo "La Pereza Empresarial", este vicio crea cultura en la organización, donde las decisiones se retardan sine die o no se llegan ni a plantear. El inmovilismo va calando en la organización y en vista de que los directivos nunca mueven ficha, dedicándose a hacer más de lo mismo sin siquiera medir las consecuencias de una sociedad cambiante, el resto de la organización se apunta a esa misma actitud, trabajando sin entusiasmo ni creatividad, sabiendo que cualquier iniciativa que se salga de la liturgia corporativa tiene el riesgo de no salir adelante o incluso de ser mal vista.

Claudia Ocampos, en su artículo "Salud Empresarial", nos dice que "si la gerencia de una empresa y sus mandos medios tienden a ser descuidados, conformistas y poco agresivos, con toda seguridad dicha compañía tiene asegurado un lugar en el pedestal de la mediocridad".

Así mismo la autora describe algunos síntomas de la comodidad empresarial:
- Levantarse tarde y presentarse tarde a tu negocio.
- Dedicar demasiado tiempo a actividades irrelevantes.
- Dedicar poco tiempo a planificar.
- No vender y esperar a que los vendedores lo hagan.
- Tener siempre la respuesta adecuada para justificar los malos resultados.
- Invertir poco esfuerzo en crear estrategias que mejoren los ingresos.
- Gastar por encima de los ingresos.
- Trato deficiente hacia los clientes.
- No ejercer el liderazgo y permitir un equipo desmotivado.

En las empresas mediocres, sus dirigentes son perezosos porque no corren riesgos por temor a dejar la zona de confort, dejando pasar oportunidades importantes y donde todo se toma "con calma". Nunca serán líderes y sobreviven mientras el mercado crece, la competencia no se siente molesta o los clientes aceptan lo que reciben.

Es una barrera de naturaleza psicológica que hay que romper. Hay que atreverse a conversar con los consumidores, como clientes potenciales o como ciudadanos, pues ellos comparten ideas y nuevas necesidades que se pueden aprovechar. A partir de estas conversaciones, las empresas se pueden reorganizar, bien para prestar nuevos servicios o bien para ser más rápidos. De esta forma se incorpora la comunicación directa con el cliente como nueva herramienta de trabajo, tan útil como la producción o la distribución, así como para la mejora de la calidad.

En España la pereza, junto con la envidia, forman parte de nuestros grandes defectos culturales. Cuando los españoles conseguimos sacudirnos la negligencia, el tedio o el descuido en el cumplimiento de nuestros deberes, somos capaces de llegar a lo más alto. Y en los tiempos que corren, no queda más remedio que ponernos manos a la obra y abandonar la falta de voluntad y la apatía e inactividad provocada por la resignación, la desmotivación o el pesimismo. 


Gula: Se define como "el exceso en la comida y bebida y apetito desordenado de comer y beber".

Llevándolo al mundo empresarial, podríamos definir este vicio como el exceso desordenado que tienen los emprendedores de acumular o tomar todo aquello que se le ofrece, sin analizar ni descartar lo que no es útil, hasta provocar un "empacho empresarial" que lleva a la empresa sin rumbo a ninguna parte.

Este apetito excesivo y desordenado, de tomar como válido todo aquello que se le presenta y quieran más de lo que pueden abarcar, tiene como consecuencia la desintegración y muerte de la propia compañía.

Marcos Eguiguren, en su artículo "La gula empresarial", la describe como aquellas compañías que se obsesionan por crecer y crecer de forma orgánica e inorgánica, sin fijar objetivos realistas y sin escuchar los síntomas internos de agotamiento de la estructura organizativa ni los síntomas de apatía del mercado. Son empresas que engullen todo lo que se le pone a la vista, sin seleccionar ni planificar, para acabar siendo una estructura obesa que termina en el colapso y la muerte de la organización.

En el plano de clientes, todo nuevo cliente es aceptado. La empresa no se preocupa en segmentar y seleccionar un target, ni en definir estrategias de mercado o de competencia.

Algo parecido ocurre con las técnicas de management. Todas son válidas, y todas las nuevas tendencias se incorporan, sin analizar si están probadas, si son eficaces o si pueden ser incompatibles o contraproducentes con las técnicas de gestión ya incorporadas.

Por último, señalar que el ansia de crecimiento irresponsable y desordenado va en contra de la responsabilidad social de las empresas, minando su sistema básico organizativo y provocando un menor crecimiento o incluso la muerte de muchas de ellas.


Envidia: Definida como "tristeza o pesar del bien ajeno" y "emulación y deseo de algo que no se posee".

La envidia forma parte de la naturaleza humana y surge por la necesidad de compararnos y de tener o ser más que los demás. El gran error de la envidia es mirar demasiado hacia "fuera" y poco hacia "dentro". 

Su mayor alimento es la mediocridad: es el recurso de los menos capaces, de aquellos que ante la imposibilidad de alcanzar los objetivos que les gustaría, intentan que otros tampoco lo alcancen con ellos porque dejaría al descubierto sus carencias. Por ello maldicen las ilusiones y conquistas de terceros, con la finalidad de que desistan y así saciar sus propias insatisfacciones personales.

También es un acto de "omisión" cuando no se alaban o aplauden los triunfos de los demás, o como decía Khalil Gibran: "El silencio del envidioso está lleno de ruidos".

Hablamos de envidia cuando, por ejemplo, copiamos un plan de negocio de otra compañía y no se tiene uno propio, ya que para ser distinto a otros hay que ser auténtico, tener criterios, planificación y estrategias propias e innovar. Por ello no hay que tratar de ser mejor, sino más bien de ser diferentes.

El empresario envidioso vive con el ojo puesto en la competencia. No piensa en su propio cliente, en lo que puede mejorar, en sus propias fortalezas o en como aprovecharlas, sino más bien vive sobrevalorando lo ajeno y menospreciando lo propio. 

Como dice Jorge Palacios, profesor de EOI, la envidia es el pecado capital de nuestro país, donde "las manifestaciones producidas por ésta, como celos ante promociones o ideas distintas, pueden producir hasta situaciones de acoso o mobbing con el fin de buscar el despido inminente de la otra persona".

Para Marcos Eguiguren, en su artículo "La envidia empresarial", ésta provoca también serios problemas en la organización: observar a la competencia desde un punto de vista patológico y no constructivo, acaba creando una insatisfacción permanente que acaba enquistándose en la compañía, porque siempre habrá en el mercado quien lo haga mejor o parezca que lo hace mejor y es uno de los principales generadores de conductas cortoplacistas.

Quienes no son envidiosos disfrutan de lo que se hace evitando mirar a los lados, haciendo las cosas desde el corazón sin sentir insatisfacción ni necesidad de desear cosas de otras personas. Tampoco hay que confundir la necesidad de compararnos con los demás con la finalidad de aprender, reflexionar y mejorar.


Ira: El diccionario de la RAE la define como la "Pasión del alma, que causa indignación y enojo", "Apetito y deseo de venganza" y "Actos de saña, encono o venganza".

Decía el filósofo Denis Diderot: "La cólera perjudica el sosiego de la vida y la salud del cuerpo; ofusca el juicio y ciega la razón".

Existen muchos sentimientos primarios que pueden causar ira, furia o cólera: culpa, decepción, rechazo, injusticia, choque, incertidumbre, confusión, amenaza, temor, celos, frustraciones, humillación e incluso la fatiga, haciendo que las relaciones personales pierdan calidad y frescura al dejarse llevar más por el hígado que por la pasión o el corazón.

Emprender es una escalera de pequeños fracasos de los que vamos aprendiendo, por lo que debemos afrontarlos con serenidad y lucidez. La ira impide que se vea las situaciones con realismo y la ceguera visceral que provoca, bloquea e impide analizar, desde una perspectiva realista y sosegada, el por qué de determinadas acciones o situaciones, impidiéndonos saber lo que hacemos y más aún lo que decimos.

Así mismo, este grave defecto mata el liderazgo, ya que la motivación de los subordinados puede irse al traste con un solo arrebato y todas las razones objetivas se diluyen en un instante de ira, volviéndonos vulnerables y desprestigiándonos ante jefes y empleados. El coste personal y económico que se paga por ello es muy considerable constituyendo un grave desperdicio.

El enfado o enojo que podamos sentir por una incompetencia o un mal resultado debería exteriorizarse de forma sosegada y proactiva, sin buscar culpables inmediatos ni clamar por la mala suerte y sin dar voces o golpear el mobiliario.

Por último y citando a Marcos Eguiguren, en su artículo "La ira empresarial"comportamientos de ira por parte de personas relevantes de una organización, dan pie a comportamientos similares en el resto de la empresa, provocando ceguera a la hora de tomar decisiones que pueden acabar presentando un componente sectario que, de repetirse con asiduidad, debilite de forma letal a la empresa ante el mercado y los grupos de interés que la apoyan.


Lujuria: La RAE la define como "El vicio consistente en el uso ilícito o en el apetito desordenado de los deleites carnales" y como "el exceso o demasía en algunas cosas".

La lujuria es el pecado producido por los pensamientos excesivos de naturaleza compulsiva de gastar y tener el deseo desordenado e incontrolable de posesión sólo por placer.

En este caso, nos encontramos con el despilfarro, gastar en lo que no se debe y es innecesario, las inversiones no productivas o excesivas y que no tienen un sentido racional, las retribuciones desmesuradas y los bienes superfluos y claramente prescindibles para el desarrollo de una empresa sostenible y rentable.

Marcos Equiguren, en su artículo "La Lujuria Empresarial", nos habla de este pecado como una consecuencia de otros pecados, tales como la soberbia. En algunas ocasiones, la lujuria se produce como consecuencia de la pérdida de la perspectiva de la realidad o por sobreestimar las propias capacidades. Este es el caso de los empresarios que gustan de alardear de un teórico poderío de su empresa invirtiendo el dinero, que tanto cuesta ganar, en una nueva sede social en la mejor zona de la ciudad, en suntuosas comidas de directivos, en viajes o en coches y casas de lujo, todo ello para su propio placer y sin importar las consecuencias.

Cuando nos referimos a la atención al cliente, se abusa de las acciones y/o atenciones desordenadas, sin dejarlos conformes o sin resolver sus reclamos de forma regular, priorizando el "aparentar" sobre el "hacer".

También nos encontramos con la variante de aquellas otras empresas que sobrecomunican y utilizan malas promociones, creyendo que por acosar con llamadas telefónicas, o mandarles cartas impersonales, hacen bien una labor de venta o de marketing.

A diferencia de la Avaricia, que es un vicio de exceso con el fin de atesorar, la lujuria es un medio, es decir, subordina el dinero a los placeres inmediatos. Por ello es síntoma también de debilidad, ya que no tiene la fortaleza suficiente para atesorar el dinero sino, más bien, la debilidad de gastarlo de forma desmedida para obtener los placeres que desea, sin pensar en sus consecuencias y generando resultados gravísimos tanto para sí mismo como para el resto de la empresa y su entorno.

Como el resto de los vicios, éste no suele encontrarse de forma aislada sino que es consecuencia u origen de otros males:
- El gasto excesivo y desordenado del dinero, sin tomar en cuenta el futuro de la empresa o sus consecuencias inmediatas, suele provenir de aquellos que no han tenido que esforzarse demasiado en obtenerlo o lo consiguen de una forma relativamente fácil, lo que conlleva un deterioro en su relación con el trabajo y colaboradores, cayendo con facilidad en la pereza.
- La falta del sentido de justicia entre colaboradores y entre éstos y clientes.
- La consecuencia social más grave suele ser la pobreza, normalmente fruto del endeudamiento, ya que este vicio suele conllevar la tendencia a dilapidar el dinero, descuidando toda capacidad de esfuerzo, ahorro y de previsión.



5 comentarios:

  1. Muy buen artículo, bendiciones.

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  2. Excelente esta informacion es un tesoro , me enamore de su pagina veo con mucha mas claridad el camino para avanzar en mis propositos....gracias

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